Publicado por Pablo Delgado el May 20, 2016
“La
ilustración se ha convertido en el ingrediente diferenciador del producto libro
de papel frente al libro digital”.
Dibujante de
vocación, Pablo Auladell (Alicante,
1972) se ha convertido en uno de los ilustradores de referencia en el
panorama editorial actual. Con un estilo particular y diferenciador, este L
icenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Alicante, comienza su
carrera profesional en el mundo del cómic a raíz de obtener el Premio de Cómic
Injuve 2000. Pasados los años tiene ya una amplia trayectoria con más de una
treintena de libros publicados, ha revisitado los clásicos e ilustrado textos
contemporáneos como ilustrador y autor, creando un territorio narrativo propio
en donde sus ilustraciones fluyen de forma elegante y lírica a través de los
grises que nacen del grafito y del carboncillo. Su trabajo ha sido reconocido
con el Premio del Ministerio de Cultura a las Mejores Ilustraciones de Libros
Infantiles y Juveniles en 2005 por “Peiter, Peter y Peer y otros cuentos
de Andersen” y el Premio al Autor Revelación en el Saló del Cómic de
Barcelona de 2006 por “La Torre Blanca”, y en 2005 obtuvo el
Segundo Premio Nacional de ilustración. Este año
2016 publicará una nueva visión del clásico de Mark Twain “Huckleberry Finn”.
·
¿Cómo un Licenciado en Filología Inglesa llega a
convertirse en ilustrador profesional?
La pregunta
sería más bien: ¿cómo un muchacho que muestra una pasión y unas habilidades tan
evidentes para el dibujo llega a estudiar Filología Inglesa? La respuesta es
sencilla: el desconocimiento sideral de la profesión de ilustrador que había
entonces, más aún en el hábitat provinciano donde yo me desenvolvía. Entre mis
amigos, no había ninguno que compartiera conmigo inquietudes gráficas; mi
familia entendió que yo pretendía convertirme en un pintor bohemio de
buhardilla y hambre y se negaron a pagarme unos estudios artísticos; y yo
mismo, con una bisoñez alarmante, ignoraba la verdadera dimensión de aquella
profesión que aspiraba a ejercer. Al no tener ningún apoyo, consejo, ni hoja de
ruta, escogí una carrera relacionada con mi otra pasión, la palabra. Me salvó
(¿de qué?) un empecinamiento colosal y una fe casi suicida en mis
posibilidades: estudié la carrera con una mano mientras con la otra dibujaba.
·
¿Qué significado tiene para usted dibujar?
El pintor
Matías Quetglas lo expresó muy bien cuando dijo: “tengo la sensación de que si
no pinto, no soy”. Los oficios que se originan en una vocación, en una pasión,
tienden a borrar los límites entre la vida y el trabajo, se convierten en un
sacerdocio. De modo que la cuestión se pone tremenda y se puede decir que me va
la vida en ello. Pero esto, en realidad, no tiene la menor importancia y no
debe notarse.
·
¿Qué meta le gustaría alcanzar en el mundo de la
ilustración durante los próximos años?
No pienso en
mi trabajo en esos términos. Iré puliendo la herramienta, como decía Benet,
tratando de solucionar o corregir en cada nuevo proyecto lo que no logré en el
anterior.
·
¿En dónde podemos encontrar la belleza de una
ilustración? ¿Qué hace grande a una ilustración en particular?
La belleza
no es una categoría aplicable a todos los tipos de ilustración. En la
ilustración para prensa, por ejemplo, yo creo que lo que hace grande a una
ilustración tendría más que ver con su actualidad, interés, etc. En la
ilustración relacionada con el libro, con la Literatura, creo que es el
misterio.
·
El cómic está empezando a meterse en museos como el
Louvre y el Thyssen ¿Ilustrar es un arte?
Sí. Cabría
discutir si mayor o menor, pero intentar responder a eso nos podría dar para un
libro entero. Le puedo decir que al principio de mi carrera yo era de los que
vociferaban en congresos, festivales, foros y mesas redondas absolutamente
indignado por el menosprecio que mostraban las Artes Mayores y la sociedad
hacia el cómic y la ilustración. Ahora, sin embargo, considero que la
ilustración y el cómic son precisamente las artes que se han salvado, de
momento, de esa autoaniquilación que han sufrido, por ejemplo, la pintura y la
escultura; las que aún conservan su marco de sentido. Por tanto, ¿de verdad
queremos ser considerados como Arte Mayor y meternos de lleno en esa deriva
alucinante que han sufrido las Artes Mayores? Por mi parte, hace años que dejé
de lado esas discusiones bizantinas y decidí centrarme en realizar trabajos de
calidad incontestable.
·
¿Cree que se valora la ilustración y a los
ilustradores lo suficiente? ¿Qué papel juega la ilustración en la cultura
visual actual?
La
visibilidad y el reconocimiento mediático y social ha mejorado mucho en estos
últimos diez-quince años, yo diría que, en gran medida, gracias a la labor de
las asociaciones profesionales de ilustradores, que también consiguieron
mejoras sustanciales en las relaciones contractuales con las editoriales y en
la concienciación de los propios ilustradores en cuanto a la defensa de sus
derechos. En los últimos años también viene sucediendo algo muy importante como
es la asunción por parte del mercado y de los lectores de que los libros con
imágenes no están restringidos al ámbito infantil-juvenil. Aunque esto trae
consigo otras implicaciones, claro. Lo que sigo echando en falta es que todo
este renacimiento, el oro de esta época dorada que estamos viviendo sigue sin
repercutir realmente en el autor. Se trata de una industria y de una profesión
de veras muy particular en muchos sentidos, habría que hablar en otra entrevista
sólo de esto; y la verdad es que a mí el tema me cansa ya un poco.
En cuanto al
papel de la ilustración en la cultura visual actual, yo diría que, por una
parte, ha recuperado su función clásica, ha vuelto a la primera línea como
comentarista, crítica e iluminadora de la sociedad; debido seguramente a estos
tiempos de crisis, de mediocridad, de esperpento crónico, ha vuelto a
precisarse el comentario visual inteligente, el pincel afilado, el dardo en la
imagen; los periódicos, las revistas, la red…
Han vuelto a
poblarse de ilustraciones. Por otra parte, la ilustración se ha convertido en
el ingrediente diferenciador del producto libro de papel frente
al libro digital. Los editores han comprendido que el libro
ilustrado, mimado en su producción estética y artesanal, es lo que le hará
sobrevivir en un hipotético futuro digital. El mercado ha detectado que este
elemento produce oro y ha procedido a su dignificación inmediatamente para que
produzca aún más: ya se habla sin empacho de la ilustración como Arte, se
entrevista a los ilustradores, se expone su obra en galerías y museos…
·
Tiene un estilo muy diferenciador, con una iconografía
visual que se califica de elegante, lírica y delicada pero también inquietante
y rotunda, reflejando la complejidad del mundo físico. ¿Cómo llegó a el? ¿Tardó
mucho en encontrarlo?
Por
supuesto, es el trabajo de toda una vida. Y es una tarea que nunca concluye.
·
¿Cómo afronta el temido “papel en blanco”? y ¿cómo
surgen las primeras ilustraciones de una obra?
En mi caso,
las claves me las da el texto que estoy ilustrando. Trato de encontrar su voz,
su tempo.Y luego busco un modelo que represente bien eso que he decidido que
sería la lectura gráfica más adecuada; ese modelo puede ser una luz, una
tonalidad dominante, una canción, … Es un ejercicio de sinestesias. Siguiendo
esas pistas, comienzo a dibujar hasta que en algún momento aparece un pequeño o
gran dibujo, un trazo, algo, que llamo ilustración semilla y
que es como si contuviera las leyes a seguir para realizar todas las imágenes
de ese trabajo en concreto.
·
¿Cuáles son sus ilustradores de referencia y que
pueden llegar a inspirarle?
Los
ilustradores que admiro (Amargo, Castells, Isidro Ferrer, Serrano, Raúl,
Giraud, Carmen Segovia, Mattotti, Joanna Concejo… tantos) son referencia e
inspiración, sí, pero no en el aspecto gráfico sino más bien como modelos de
comportamiento dentro de la profesión y de comprensión de la misma. Las
referencias gráficas, estéticas, técnicas a aplicar directamente en mi trabajo
suelo ir a buscarlas a las fuentes de las que ellos, a su vez, bebieron.
“El dibujo
que más me interesa, sirve como herramienta para atravesar el espejo y desvelar
el envés de las cosas”.
·
¿Qué requisitos considera necesarios para ser un buen
ilustrador?
Ser un buen
lector, si nos referimos a un buen ilustrador de libros. El ilustrador debe
leer en un nivel distinto al del lector ordinario, que muchas veces se limita a
seguir la peripecia.
·
¿Qué herramientas de trabajo utiliza para componer sus
ilustraciones?
Últimamente,
procuro que sean las más sencillas: grafito, carboncillo, unos pocos colores de
pastel o acrílico, papel.
·
¿Qué no soporta ver en una ilustración?
Blandura,
sentimentalismo, torpeza técnica.
·
Me gusta comentar la cita de Aristóteles que dijo algo
así como que “la habilidad para expresar una idea es tan importante como la
propia idea”. ¿Qué parte de creatividad y de experiencia necesita un ilustrador
para saber que el dibujo que va a publicar interesará?
Toda. Es
cierto que tener una idea sirve de poco. De hecho, hay veces que una idea
parece brillante en el pensamiento pero basta con empezar a trabajarla y ver
que hace agua por todas partes. La lucha consiste en ser capaz de vestirla
adecuadamente, de transmitirla con toda su potencia.
En esto,
curiosamente, creo que también se distingue la ilustración de las Artes Mayores
modernas. Mientras en éstas la obra ha quedado reducida muchas veces a la pura
idea, al concepto, y no importa demasiado la excelencia de la parte, digamos,
artesanal, en aquélla se da aún esa mixtura entre el concepto y la maestría
artesanal para expresarlo.
·
¿Cómo describiría su proceso creativo? Cuéntenos ese
proceso, desde la aparición de la primera idea o propósito hasta llegar a su
finalización.
Trabajo en
dos modalidades: los encargos y los proyectos que surgen simplemente de mi
voluntad de hacerlos (luego los vendo a una editorial pero, si no hubiera
comprador, los haría igualmente). Cuando se trata de los primeros trato de
buscar las claves en el texto hasta encontrar la lectura gráfica que me parece
idónea para el mismo.
Cuando se
trata de un proyecto cuya idea parte enteramente de mí, suele suceder que lo
primero que se me ocurre es el título (de hecho, siempre que no es así el
proyecto no llega a cuajar y lo abandono): la importancia del nombre; lo que no
tiene nombre, no existe. De ese título extraigo una especie de ADN del proyecto
completo. Y luego viene una fase muy ardua en la que, siguiendo ese material
genético, guiándome por su sonoridad, su tempo, sus implicaciones, intento
lograr el tono gráfico adecuado para la historia, para el libro en cuestión.
Trabajo en mis cuadernos, realizando pruebas y rastreando también todo lo que
he ido acumulando en años de trabajo, los caminos sólo insinuados de algunos
bocetos hechos en otra ocasión.
Después
llega un momento, cuando ya llevas tiempo inmerso en el asunto, en que lo que
estás construyendo se va convirtiendo en un animal autónomo, vivo, que respira
y demanda lo que necesita y lo que le sobra. En realidad, todo consiste en
haber desarrollado esa sensibilidad, ese oído que te permite
escuchar lo que te pide.
Finalmente,
tanto en una modalidad como en la otra, entran en juego otros profesionales
(diseñadores gráficos, editores, tipógrafos, impresores…) de cuya competencia y
sabiduría depende que se llegue a buen puerto. Nuestra labor no termina en la
mesa de dibujo sino en la imprenta. Unas buenas ilustraciones pueden verse
realzadas o arruinadas en este último estadio del proceso.
·
¿Ilustrar un texto, es buscar otra forma de comunicar
o de complementar?
Es una
lectura. El ilustrador se posiciona en una lectura. Suele decirse que uno
ilustra o dibuja porque le gusta contar historias. Que con la ilustración se
cuentan historias. Me parece que no es exactamente así. En mi caso, por lo
menos, no es así. Antes bien, estoy un poco saturado de historias. Me interesa
mucho más el cómo se cuentan las cosas. El ilustrador se posiciona en una
lectura, en un modo de contar. Ilustrar es ofrecer un modo de contar esa
historia. Por eso el ilustrador debe ser un buen lector, porque debe convencer
de que ha encontrado el mejor modo de contar esa historia.
·
En su obra predominan los grises que a veces combina
con colores pastel ¿qué papel juega el color en su obra?
No tiene un
papel ornamental, desde luego. Utilizo muy poco color. Suelo emplear el color
narrativamente, para resaltar algo o porque un determinado texto me huele a un
determinado color.
·
¿Qué opina del diseño editorial y los ilustradores
españoles?
Los
ilustradores españoles son, en su mayoría, excelentes profesionales que han
tenido la mala suerte de trabajar para una industria débil y poco consciente de
su valía, incapaz en muchas ocasiones de vender su trabajo en el mercado
extranjero. En cuanto al diseño editorial, se ve muy fácilmente qué editoriales
entienden bien esta cuestión y cuidan gráficamente su producto. En general, las
pequeñas editoriales, las llamadas independientes, suelen realizar ediciones
estupendas, muy cuidadas en estos aspectos.
·
En esta última década han surgido en España
muchos editores independientes que apuestan por textos clásicos y no clásicos
ilustrados y de calidad, ¿cómo valora este momento editorial?
Decía Juan
Benet que la única utilidad de un clásico consiste en ser explotado por un
moderno. Ahora, efectivamente, hay un extraordinario florecimiento de pequeñas
editoriales dedicadas a la recuperación de clásicos, quizá mucho más de
clásicos, digamos, de serie B, clásicos olvidados o de literaturas de países
ignotos. Lo clásico se ha puesto de moda. Lo antiguo es moderno.
Por mi
parte, intento que ilustrar estos clásicos tenga algún sentido. Que el hecho de
que ese libro lleve imágenes sea pertinente de alguna forma. Porque me parece
igual de peligrosa una dinámica donde todo deba ir ilustrado. Me ayuda mucho lo
que le escuché a Luis Alberto de Cuenca: un clásico permanece y sigue vivo,
vigente, sólo si hay una nueva lectura. Y cada generación hace una lectura
diferente. Ilustrarlo, por tanto, será realizar esa lectura que lo devuelva a
la vida y ya sólo eso, en principio, dotará de sentido a mi trabajo.
“El
ilustrador debe leer en un nivel distinto al del lector ordinario, que muchas
veces se limita a seguir la peripecia”.
·
¿Cree que mediante el dibujo podemos despertar cosas
invisibles como emociones y todo tipo de sensaciones y sentimientos?¿Qué busca
transmitir al lector a través de sus dibujos?
Creo que lo
que usted está diciendo se parece mucho a la desocultación de Heidegger y,
efectivamente, creo que el dibujo, o al menos el uso del dibujo que más me
interesa, sirve para eso, como herramienta para atravesar el espejo y desvelar
el envés de las cosas. No busco transmitir nada al lector. Si me empeñara en
querer transmitir algo, destruiría el misterio y la poesía.
·
¿Cuándo realiza una ilustración piensa en el público
al que va dirigida la obra?
Sí, pero no
como un condicionante (salvo en encargos muy puntuales, pedagógicos y esas
cosas). Más bien trato de presentar al público lo que me parece que es el mejor
trabajo que he sido capaz de realizar, comparto con ellos mi lectura. Luego,
ellos comulgan con aquello y se produce el milagro o no. Las cosas hechas a la
carta fracasan con seguridad. En realidad, dibujo para mí y luego lo comparto.
Si no tengo primero esa, digamos, intimidad, ese compromiso conmigo mismo, es
imposible que al público le llegue un buen trabajo.
·
En cuanto a su obra, ha traducido gráficamente
los más de 10.000 versos escritos sin rima de “El Paraíso
perdido” de John Milton, en 2012. ¿Ha sido uno de los retos más
importantes en su carrera? ¿Cómo fue este proceso?
Ha sido uno
de los trabajos más comprometidos y complejos, sí. Y quizá el más accidentado,
me remito al prólogo del tebeo, donde lo explico con detalle.
Las
adaptaciones se han entendido en el mundo editorial, en demasiadas ocasiones,
como resúmenes, como un medio de hacer asequible lo farragoso. Pero yo siempre
he tenido presente una lección que aprendí de la adaptación al cómic de El
corazón de las tinieblasque realizó la guionista Karim Taylhardat, en la
que yo colaboré como dibujante. Karim no adaptó la totalidad de la novela sino
que escogió cuatro cortes argumentales mediante los cuales articular la
narración. Es decir, escogió cuatro momentos de la obra y sobre ellos construyó
su guión en forma de cuatro capítulos. El resultado es que se evita muchísimo
esa sensación de resumen, de cosa más liviana que el texto original, de
sinopsis con imágenes, de tebeo como para niños que no soportarían la lectura
de un texto completo, pues se consigue una obra nueva con hallazgos plásticos y
narrativos propios. Una adaptación creo que consiste en eso, en elegir unos
acentos, unos materiales para hacer otra cosa, unos subrayados: no es lo mismo
que un resumen, donde el objetivo es contarlo todo brevemente. Aquí no importa
si no cuentas todo sino si cuentas bien el alma, el misterio de la obra, si
cuentas bien tu lectura. Subrayar es leer. De modo que así fui
construyendo mi guión adaptado, escogiendo cosas y desechando otras, acentuando
y ocultando.
Pero
¿acentuando y ocultando qué? Hay que determinar los criterios que van a
estructurar la adaptación que estás haciendo. En mi caso:
-la lectura que elegí del poema fue entenderlo como metáfora de la monarquía absoluta.
-el peso poético recaería en la imagen y no en los textos.
-la lectura que elegí del poema fue entenderlo como metáfora de la monarquía absoluta.
-el peso poético recaería en la imagen y no en los textos.
A partir de
esta base, fui elaborando el guión y resolví el poema en cuatro capítulos.
Escribía el guión de un capítulo, un guión muy visual, dibujando ya los
esquemas y las secuencias, y lo dibujaba en un mes o dos, dependiendo del
número de páginas. Luego abandonaba el proyecto durante unas semanas para
atender otros encargos más urgentes o alimenticios y volvía a empezar.
Intenté que
el dibujo reflejara el tempo del poema, su solemnidad, su grandilocuencia. Pero
al mismo tiempo que tuviera el dinamismo y la economía visual que requiere el
lenguaje del cómic. Son dibujos a grafito coloreados en el ordenador.
·
Uno de sus últimos trabajos ha sido ilustrar una obra
fundamental de la literatura y la mitología estadounidenses, “Las aventuras de
Tom Sawyer”. Cuéntenos también ¿cómo fue este proceso?
Sexto Piso
se pone en contacto conmigo y me pide ilustrar dos novelas de Mark Twain, la de
Tom Sawyer y la de Huckleberry Finn. Un encargo de clásicos, muy habitual
últimamente como decíamos antes.
Normalmente,
intento apartarme mucho más del camino trillado pero en esta ocasión, el
carácter mismo del libro me parece que invita a una realización gráfica no
demasiado sesuda, sino más bien buscando dar un acorde gráfico capaz de
contener la frescura, la inmediatez y la sencillez del texto de Twain. Traté de
que las imágenes tuvieran ecos de las ilustraciones clásicas americanas y, a la
vez, que estuvieran dotadas de un dinamismo y una estética acordes con la
ilustración contemporánea y, por supuesto, con las características de la
colección. Intenté dibujar como cuando el maestro nos dejaba tiempo en el
colegio para hacer “dibujo libre” y utilicé grafito, lápices de color y
pasteles. En realidad, me guié por mi memoria del relato, dibujé aquellas
escenas y personajes que se habían incorporado con naturalidad a mi imaginario
desde que era niño.
·
¿Hay algún trabajo del que se sienta más orgulloso?
El álbum
ilustrado La feria abandonada (ed. Barbara Fiore, 2013), hecho
a pulmón, con la generosa colaboración en los textos de Rafa Burgos y Julián
López Medina, porque me parece que en él ha quedado resumido un trabajo muy
intenso de cinco o seis años durante los que traté de renovar mi vocabulario,
mi iconografía.
·
¿Qué es más difícil ilustrar un texto ya sea clásico o
contemporáneo, o empezar una obra desde el guión a las ilustraciones?
Yo no
hablaría en términos de mayor o menor dificultad, porque los proyectos a priori
sencillos pueden generar complicaciones enormes. Se trata más bien de
complejidad. Cuando el guión o el texto depende también de mi autoría, todo se
complica más.
·
¿Cuál es el proyecto soñado en el que le gustaría
trabajar y todavía no ha llegado?
No tengo un
proyecto soñado en ese sentido. Sí tengo un archivador con varios proyectos
surgidos de la voluntad, como explicaba antes, y todo mi interés está centrado
en irles dando cuerpo, poco a poco.
·
El arte digital y la aplicación de nuevas tecnologías
tienen cada vez más importancia en el gremio. ¿Hacia dónde va esto? ¿Va a
cambiar el mercado?
No tengo ni
idea de hacia dónde va nada. Pero el mercado cambiará seguro, como ya ha
cambiado hace muchos años la forma de trabajar de ilustradores e
historietistas. Yo aún llegué a tiempo de conocer cómo se hacían las cosas
antes del ordenador y las posibilidades que nos ha brindado son enormes: desde
poder ver y valorar los resultados de un arte final en segundos hasta la
posibilidad de trabajar con clientes extranjeros con una facilidad inconcebible
hace unos pocos años o de promocionarnos hasta en Tanganica.
·
¿Qué es para usted el libro?
Como
ilustrador, lo considero como un objeto de arte. Es decir, todo el libro es la
obra. Como lector, soy del viejo mundo y lo siento como un ámbito de intimidad,
de concentración, de conocimiento, de gozo, de placer. Lo considero como un
objeto de arte
·
¿Cree que el libro tal cómo lo conocemos actualmente
desaparecerá? ¿Qué futuro le espera?
Hasta ahora,
en los acercamientos profesionales que he tenido a ese mundo del libro digital,
mi percepción es que no termina de funcionar. En todo caso, las aplicaciones
con ilustraciones parece que se acercan más al ámbito de las películas, de la
animación, del videojuego que al libro. Lo que tenga que ser, una vez superado
este período de hibridaciones sin mucho sentido, será otra cosa, no será un
libro. No creo que desaparezca el libro en papel, pero sí que se reducirá
drásticamente su insensata producción. Imagino que quedará como un producto
casi artesanal, muy cuidado estéticamente.
·
Para terminar, ¿está actualmente trabajando en un
nuevo proyecto? ¿Cuál?
Por
supuesto, siempre hay algún nuevo proyecto en el que trabajar porque, como he
dicho antes, no es necesario que haya un encargo. Ahora estoy, sobre todo,
metido en harina con un nuevo cómic y, a la par, voy adelantando en un par de
álbumes ilustrados.
1
Comentarios
Publicar un comentario