Obras famosas a carboncillo en el museo Nacional del Prado.




Escena de batalla
Finales del siglo XVII. Aguada parda, Carboncillo sobre papel blanco, 341 x 225 mm.
Es dibujo de notable calidad, que recuerda el modo de hacer de Luca Giordano, con cuyo estilo, modelos y recursos técnicos esta en estrecha relación, aunque no es preparatorio para ninguna de las composiciones conocidas del artista. Habría que fecharlo en la última década del siglo XVII o ya a comienzos del S. XVIII. En la escena se presenta en el centro un caballo derriba al jinete ente el ataque de varios guerreros. (Texto extractado de Mena Marqués, M.: Catálogo de dibujos. VI. Dibujos italianos del siglo XVII, Museo del Prado, 1983, p. 100).




ANÓNIMO
Cupido disponiendo sus flechas
Siglo XVII. Carboncillo, Clarión, Sanguina sobre papel marrón, 1310 x 1073 mm.
Dibujo en el que se representa a un Cupido adolescente con alas, de frente y visto ligeramente de abajo a arriba, en actitud de disparar una flecha. La obra es de la misma mano que los dibujos D03824D06419D06420D06421 y D06422. Son obras claras de escuela boloñesa de la segunda mitad del siglo XVII y de excelente calidad. Debieron ser preparatorios para frescos de tema mitológico, por el carácter de las figuras, entre las que se reconocen a Cupido y a un amorcillo, que lleva los símbolos de Hércules. Este tipo de cartones deriva del método de trabajo académico y hay ejemplos de Domenichino y de Guido Reni y referencias en las fuentes a su empleo por parte de otros importantes artistas de la escuela boloñesa, como el propio Cignani o Franceschini(Texto extractado de Mena Marqués, M.: Catálogo de dibujos. VI. Dibujos italianos del siglo XVII, Museo del Prado, 1983, p.178)




CARREÑO DE MIRANDA, JUAN
Avilés, Asturias, 1614 - Madrid, 1685

De origen asturiano, este pintor fundamental del pleno Barroco cortesano se formó en Madrid, en los talleres de Pedro de Cuevas y Bartolomé Román. Su trayectoria como pintor de temas religiosos comenzó hacia mediados del siglo XVII. Realizó obras en buen número de iglesias y conventos madrileños. 
Cabeza femenina
Siglo XVII. Carboncillo, Difuminado sobre papel verjurado, agarbanzado, 250 x 183 mm.





COELLO, CLAUDIO
Madrid, 1642 - Madrid, 1693

Es uno de los principales representantes de la escuela barroca madrileña. Nace en Madrid en el seno de una familia de origen portugués. Su padre, broncista de profesión, le envía al taller de Francisco Rizi para que aprenda a dibujar. 
La Inmaculada Concepción / Apuntes para una Inmaculada y un San Ignacio de Loyola
Segunda mitad del siglo XVII. Carboncillo, Clarión, Pluma sobre papel oscuro, 253 x 177 mm.
Dibujo en el que se representa la Inmaculada Concepción en pie sobre el creciente de la luna, con el brazo izquierdo extendido y el derecho sobre el pecho, con un grupo de angelitos revoloteando a sus pies.
Al dorso apuntes ligeros para la propia Inmaculada y esbozo de un San Ignacio de Loyola, que se corresponde con el de la iglesia de Valdemoro y permite la atribución a Claudio Coello a quien ya atribuía aquel lienzo Ceán Bermúdez. Tuvo pegado al dorso otro dibujo con ángeles y atribución a Murillo, lo que determinó que éste se le atribuyese también. (Texto extractado de Pérez Sánchez, A. E., Catálogo de dibujos. I. Dibujos españoles de los siglos XV-XVI-XVII, Museo del Prado, 1972, p. 82-83).





BLAY Y FÁBREGA, MIGUEL
Olot, Gerona, 1866 - Madrid, 1936
Miguel Blay y Fábrega nació el 4 de octubre de 1866 en Olot. Su juventud estuvo marcada por una fuerte tradición artística de escultura religiosa en esa ciudad, y condicionada por la estética de una empresa, "El Arte Cristiano", fundada en 1880 y vinculada a la Escuela Pública de Dibujo.

Retrato de caballero
1909. Carboncillo, Lápiz compuesto sobre papel verjurado, 560 x 469 mm.
Cabeza masculina de frente despejada nariz algo afilada y barba no demasiado larga que cubre el mentón. Es un retrato expresivo elaborado con precisión que busca transmitir la psicología del retratado. Está dibujado con trazos de diferente técnica e intensidad para contrastar el rostro y los ropajes del cuello y los hombros, con un juego de líneas fuertes de carácter estructural que acotan las formas sobre el papel y otras, más suaves, llenas de matices. Los contornos están bien definidos en la mandíbula, el pómulo y la frente. La cavidad de la cuenca del ojo se envuelve en la sombra intensa que proyecta la luz sobre esta parte del rostro. No hay constancia de quién era el retratado. Nos recuerda ligeramente a su maestro, el pintor José Berga (1837-1914), con quien mantuvo una estrecha relación y a quien admiró mucho, pero para entonces era ya una persona de edad madura (Texto extractado de Azcue, L.: Solidez y belleza. Miguel Blay en el Museo del Prado, Museo Nacional del Prado, 2016, p. 45).






CANO, ALONSO
Granada, 1601 - Granada, 1667

El caso de Alonso Cano es único entre los artistas españoles del siglo XVII porque fue ante todo dibujante y diseñador, y fue igualmente exitoso como arquitecto, escultor y pintor.Probablemente tuvo su primera experiencia con las artes en su propio hogar.
Santa Isabel con San Juanito
Hacia 1645. Carboncillo sobre papel verjurado, 142 x 69 mm.
Este boceto, debido a sus estrechas semejanzas con el lienzo de Getafe representado el mismo tema y pintado por Cano en 1645, se ha identificado como Santa Isabel con San Juanito. Santa Isabel está en pie, en un marcado contrapposto, sujetando a su robusto hijo a la altura de la cintura, hacia la derecha. El tono reflexivo e íntimo de la composición tal vez resulte más manifiesta en el dibujo; en el lienzo, Santa Isabel mantiene la cabeza levantada y alejada del niño, en dirección al centro del retablo. En el dibujo, la intensa concentración de la madre en su hijo transmite una sensación de fatídica profecía.
Han sobrevivido dibujos o estudios relacionados con el lienzo de la iglesia parroquial de la Magdalena en Getafe en cuatro medios distintos: carboncillo; pluma y tinta; Pluma y tinta con aguada; y un estudio a grisaille. El estudio a carboncillo de Santa Isabel y San Juan presenta una rica gama de tonos mezclados que nos recuerdan al empleo que Cano hacía de la aguada. Es uno de los pocos dibujos realizados con este tipo de técnica que se atribuye firmemente al maestro. (Texto extractado de Véliz, Z., Alonso Cano (1601-1667). Dibujos. Catálogo razonado, Fundación Marcelino Botín, 2009, p. 280-281).




MARCHESI, GIUSEPPE
Bolonia, 1699 - Bolonia, 1771
La figura de Marchesi, llamado 'Il Sansone', por su estatura y fuerza, ha sido reconocida en los últimos años. Sólo uno de los biógrafos boloñeses del siglo XVIII recoge su actividad, Oretti, mientras que otros le relegan. Sus obras han sido confundidas históricamente con las de otros pintores.

Caín y Abel
Siglo XVIII. Carboncillo, Clarión sobre papel agarbanzado, 585 x 420 mm.
La escena concebida como un estudio de academia, ante un fondo de paisaje, con el ara de las ofrendas; Caín, en pie, sujeta a Abel caído por los cabellos y levanta su brazo derecho armado con la quijada. (Texto extractado de Mena Marqués, M.B., Catálogo de dibujos. VII. Dibujos italianos del siglo XVIII y del siglo XIX, Museo del Prado, 1990, pp. 102).



MONTI, FRANCESCO
Bolonia, 1685 - Brescia, 1768
Francesco Monti (Bolonia 1685-Brescia 1768)Los primeros años de su formación artística transcurrieron en el taller de Sigismondo Caula, en Módena, y más tarde, a partir de 1703, en el de Giovan Gioseffo dal Sole, en Bolonia, ciudad en la que, indudablemente, se configura su estilo artístico.
Ubaldo y Carlo encuentran a Rinaldo
Hacia 1740. Carboncillo, Clarión sobre papel agarbanzado, 460 x 327 mm.
En un jardín y ante un fondo de arquitecturas palaciegas, Ubaldo y Carlo encuentran a Rinaldo, sentado en una fuente esculpida, tiene sus armas en el suelo y lleva el espejo en su mano derecha. Representa un episodio de la Gerusalemne Liberata de T. Tasso, en que Ubaldo y Carlo, compañeros de Rinaldo, le encuentran en los dominios de la maga Armida, vencido por el amor de la joven y tratan de convencerle para que regrese a la guerra.
Es dibujo magistral y con toda seguridad de mano de Monti. Es evidente su relación con el modo de hacer de Bigari, cuyos modelos repite, por ejemplo, en la figura esculpida en la fuente. (Texto extractado de Mena Marqués, M.B., Catálogo de dibujos. VII. Dibujos italianos del siglo XVIII y del siglo XIX, Museo del Prado, 1990, p. 111).



RIBERA Y FIEVE, CARLOS LUIS DE
Roma, 1815 - Madrid, 1891

Primogénito del pintor neoclásico Juan Antonio de Ribera (Madrid, 1779- 1860) se formó en Madrid con su padre y en la Academia de San Fernando. A principios de los años treinta era un asistente habitual al café El Parnasillo, donde entró en contacto con el medio artístico y literario madrileño. 
Desnudo masculino de espaldas
Segundo cuarto del siglo XIX. Carboncillo sobre papel verjurado, 535 x 436 mm.
Forma parte de un conjunto de 45 dibujos de Ribera, en su mayoría de academia (D05477 a D05521), que Museo del Prado adquirió en 1988. Relacionados con su periodo de formación, pasaron por la venta del taller del pintor que tuvo lugar en el Hotel Drouot de París, en 1910. Según Pilar de Miguel, en su artículo de 2007, "Dos colecciones inéditas de dibujos de Carlos Luis de Ribera", estos dibujos o parte de ellos se expusieron en el Museo del Romanticismo en 1955, en una exposición monográfica dedicada al autor, y fueron propiedad de su entonces director, Mariano Rodríguez de Rivas.





MADRAZO Y AGUDO, JOSÉ DE
Santander, 1781 - Madrid, 1859
Fundador de una estirpe de artistas que protagonizaron brillantemente todo el siglo XIX español, el pintor montañés José de Madrazo y Agudo es uno de los grandes nombres del Neoclasicismo en España. Su obra artística, indisolublemente unida al preeminente protagonismo que adquirió su personalidad en ...
Estudio de hombre semidesnudo con antorchas y puñales en las manos
Hacia 1835. Carboncillo, Clarión sobre papel pintado, 570 x 435 mm.
Estudio de figura preparatorio para La destrucción de Numancia. José de Madrazo sitúa al fondo de la misma grada de la escalinata en que está encaramado Megara al gran sacerdote Dulcidio, apostado junto a un ara del que cogen antorchas y espadas para repartir entre los soldados y el pueblo numantino. Este personaje, de importante protagonismo en la tragedia de López de Ayala, tiene también una relevante presencia en el modellino dibujado, claramente identificable al estar revestido de tocas sacerdotales. Sin embargo, en el boceto pintado queda sumido en la sombra, seguramente con la intención de destacar inequívocamente el protagonismo de Megara, difuminándose por completo su identidad sacerdotal al modificarse su indumentaria en el cuadro final, en el que se agudiza sin embargo el gesto fiero de su rostro. Este estudio pertenece, en efecto, al estilo dibujístico maduro de José de Madrazo, en el que las figuras, de una corporeidad contundente y estudiadas la mayoría de ellas desnudas o cubiertas con meros paños de pureza, siguiendo los más rigurosos dictados académicos para analizar la disposición de sus miembros y su tensión muscular, presentan por lo general un cierto alargamiento de su canon y una somera dulcificación de sus facciones, ajustados siempre a los cánones de belleza clásica, consiguiendo además en algunos casos un especial refinamiento técnico de su factura, que les hacen destacar no sólo del resto del conjunto sino de toda la producción dibujística de este maestro (Texto extractado de Díez, J. L.: "La destrucción de Numancia, el gran cuadro desconocido de José de Madrazo en el Museo del Prado", Boletín del Museo del Prado, XXXI, 49, 2013, pp. 104-129).











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