Dibujos infantiles: El dibujo como terapia.


Psicoterapia en niños a través de los dibujos infantiles.
Generalidades.
La importancia del dibujo como terapia no es nada nuevo. Desde hace años es conocida la importancia que el dibujo tiene en  el tratamiento de los trastornos emocionales. Los dibujos infantiles son una herramienta muy útil, especialmente en la psicoterapia de los niños.
Se trata de  utilizar el arte en general, y el dibujo en particular, como una herramienta terapéutica. Mediante el dibujo vamos a tratar de acercar los sentimientos inconscientes del niño hasta un nivel donde sean conscientes. Así el sujeto puede explorarlos y conocerlos. A través de los dibujos infantiles se pueden manifestar una gran variedad de situaciones emocionales: frustración, rechazo, celos, amor, odio, envidias, miedos y un sinfín de sentimientos.
Pero es que además mediante el dibujo el niño puede revivir experiencias reales. Estas vivencias aparecen mezcladas con sus propias fantasías.  Y gracias a esa desbordante fantasía se puede llegar a conocer lo que está pasando en el mundo del niño. Podemos saber lo que ocurre en su interior, lo que mantiene oculto, y averiguar lo que está sucediendo en su vida.
El niño en ocasiones puede fantasear con cosas que no han ocurrido nunca en la realidad. Sin embargo, ellos las viven como si hubieran sucedido realmente. En muchas ocasiones estas vivencias las guardan celosamente en su interior. Esto da lugar a comportamientos extraños y difíciles de explicar a ojos de los padres o familiares.
Es frecuente que estas fantasías imaginarias originen en el niño miedo o sentimientos de angustia. Mientras estas fantasías  no afloren a la luz para analizarlas no se puede acabar con ellas.


Exploración del inconsciente mediante el dibujo.
Ante un hecho traumático o doloroso , el niño se va a sentir mal, tanto si no habla del tema, como si verbaliza lo que ha sucedido. Para él,  contar con palabras el hecho traumático es como revivirlo de nuevo.
Esta situación obliga al terapeuta a tener que abordar los problemas de una forma indirecta. Debe evitar ocasionar dolor al niño,  al revivir la experiencia  traumática. Esto obliga a ser sumamente respetuoso para conseguir que los hechos traumáticos salgan a la luz.
En este punto es donde los dibujos infantiles, cobran una importancia vital. El niño puede ir dibujando todos los monstruos que pueblan y aterran su interior. Pero al dibujar va a mantener una distancia en la que no se sienta amenazado.

Los dibujos infantiles: una válvula de escape segura.
El niño a través del dibujo exterioriza sus terrores, pero como sus personajes son fruto de su propia creación mantiene en todo momento un control sobre ese mundo amenazante y de esa forma evita revivir el horror del  traumatismo emocional. Poco a poco el niño va transfiriendo sus terrores a su obra creativa aliviando así su tensión interior. Los dibujos infantiles actuan como una válvula de escape en el inconsciente del niño, pero es una válvula segura que le permite dosificar la presión interior.
Mediante el dibujo y la pintura permitimos a los sentimientos manifestarse a través del color y las formas. El dibujo son sus sentimientos hechos arte. Es una forma de sacar lo más profundo del ser humano.
Los dibujos infantiles tienden un lazo de unión entre lo oculto y lo real, lo inconsciente y lo consciente. Para que este proceso terapéutico llegue a buen puente es sumamente necesario crear un espacio seguro para el niño.  
La sala de dibujo o de dibujo-terapia va a actuar como un muro de contención ante los temores infantiles. Es un espacio donde el niño se siente seguro. Aquí puede mediante el dibujo iniciar ese trasvase de emociones, que es en última instancia el proceso curativo.


El juego como precursor de la terapia a través del dibujo.
Melanie Klein: Su vida.
Melanie Reizes nació en Viena en el año 1882, un día 30 de marzo, bajo el signo de Aries. Era hija de una familia judía de origen ucraniano (en esos años el territorio formaba parte del imperio austrohúngaro).
Un día después de su vigésimo primer cumpleaños se casó y cambió su apellido Reizes por el de su esposo: Klein.
A la edad de cuatro años murió su hermana Sidonie, a causa de la tuberculosis. La hermana fallecida había procurado siempre inculcar en la joven Melanie la afición por las matemáticas y el gusto por la lectura.
Tras cumplir catorce años decide estudiar medicina, con la idea de dedicarse posteriormente a la psiquiatría. Encontró un buen valedor en su hermano Enmanuel que la ayudo y allanó el camino para poder iniciar sus estudios universitarios en Viena.
Unos años más tarde, se enamora de Arthur S. Klein, amigo de su hermano Enmanuel y se compromete con él. Deja los estudios de Medicina y muestra interés en otros campos como el arte y la historia.
En 1900 muere su padre y dos años más tarde su hermano Enmanuel con el que tenía una estrecha relación. Tres años más tarde, en 1903, se casa a la edad de 21 años. En 1906 nace su hijo Hans y ella comienza con un profundo estado depresivo. En 1914 nace su hijo Erich y muere su madre. Su depresión se agudiza y ella inicia tratamiento psicoanalítico con Sandor Ferenczi y se interesa vivamente por la obra de Sigmund Freud.
En 1918 queda muy impresionada tras asistir a un congreso psicoanalítico y decide dedicarse por completo al psicoanálisis. En concreto centra toda su atención en el estudio de los niños, demostrando una gran capacidad para comprenderlos.
Pionera de la terapia infantil a través del juego.
En el desarrollo del juego como instrumento de terapia, una de las pioneras fue Melanie Klein, que fue una de las primeras discípulas de Freud, el padre del psicoanálisis.
M. Klein descubrió  al analizar el juego de los niños, que los objetos que usan en el juego presentan una variedad de significados simbólicos que van ligados a su fantasía y sus deseos. Podemos decir que descubrió el juego simbólico y como acceder a través de la interpretación del juego al inconsciente. Citando literalmente a Melanie Klein:
a través del  juego simbólico se pueden expresar una gran variedad de situaciones  emocionales: por ejemplo, situaciones de frustración y rechazo, celos, placer, amor, odio, ansiedad, sentimientos de culpa…, así como la repetición de experiencias reales y detalles de la vida de todos los días, frecuentemente entretejidos con sus fantasías. ”
Ella constató también el alivio que sienten niños y niñas al jugar, al poder manifestar a través del  juego sus temores y  fantasías, así como lograr un cierto dominio sobre la realidad frustrante.  Podríamos decir sin temor  a equivocarnos que “El juego transforma la angustia del sujeto normal en placer”.


Donald Winnicott.
Otro de los precursores del juego como forma de terapia fue Donald Winnicott,  un pediatra y psicoanalista inglés que se interesó por el Psicoanálisis al conocer a Ernest Jones psicoanalista y escritor.
Pediatra y psicoanalista.
Donald Winnicott nació el 7 de abril de 1896 en la ciudad de Plymouth, bajo el signo de Aries, al igual que su colega Melanie Klein. Hijo de una familia acomodada, estudió Medicina en la universidad de Cambridge. En 1920 obtuvo el título de doctor en Medicina. Se especializó en pediatría y comenzó a trabajar con niños en 1923 en el hospital infantil Paddington Green de Londres.
En este año se casa con su primera esposa y se vincula con el psicoanálisis, iniciando su análisis personal con James Strachey. Posteriormente, supervisaría sus casos con Melanie Klein. Se divorció de su mujer y se casó con una psicoanalista en 1951.
Se dedicó, con gran éxito a la pediatría, compaginando durante más de cuarenta años esta actividad con el psicoanálisis. Ingresó en la Sociedad Psicoanalítica Británica en 1927.
Luchó con todas sus fuerzas contra la terapia electroconvulsiva, tan de moda en los años cuarenta. En 1971 , a la edad de 75 años falleció tras sufrir un infarto de miocardio.
Winnicott es muy conocido por su trabajo con niños tanto en el hospital como en su consulta privada. Con los niños utilizaba la terapia a través del juego, y es muy interesante como usaba “el garabato” (garabatos que los niños o el mismo realizaba) en el transcurso de la misma. Establecía una clara diferencia entre el “game” o juego con reglas y el “play” o jugar libremente, que era lo que inducía a realizar a los niños.
El objeto transicional.
En un artículo suyo titulado “El uso de un objeto” relata que al finalizar la consulta, daba un objeto al niño en el momento de marcharse (por ejemplo, un barco de papel que él acababa de hacer), es decir, se llevaba algo de la “consulta” y le decía al niño que podía hacer con ello lo que quisiera, incluso romperlo o tirarlo. El simbolismo de este gesto constituye otra de sus aportaciones, el concepto de “objeto transicional“. Este “objeto transicional” puede ser un peluche, una manta, su almohada, un trozo de tela, etc. y es requerido por el niño, en los primeros años del desarrollo infantil, cuando se angustia, cuando está triste, cuando está solo, cuando tiene miedo, etc., en definitiva, objeto transicional es cualquier objeto que le proporcione tranquilidad en las situaciones “difíciles” que tenga que afrontar.


Para Winnicott “la psicoterapia se da en  dos zonas de juego: la del paciente y la del terapeuta. Está relacionada con dos personas que juegan juntas”. Desde este concepto, la persona  que juega con el niño también cumple un papel importante desde el momento en que, o bien incita al juego, o puede variarlo.
Citando al propio Winnicott:  “el juego es por sí mismo una terapia. Cuando niñas y niños juegan, tiene que haber personas responsables cerca, sin que ello quiera decir que tengan que intervenir en el juego. Cuando el juego no es posible, la labor del  terapeuta se orienta a llevar al paciente, de un estado en que no puede jugar a uno en que le es posible hacerlo.”

Serge  Lebovici.
Otro precursor en esta materia fue el psicoanalista Serge  Lebovici, reconocido como uno de los mayores abanderados de la Psiquiatría Infantil.
Serge Lebovici nació en París el 10 de junio de 1915. Sus padres eran inmigrantes de origen rumano. Estudió medicina y se especializó en psiquiatría, siendo catedrático titular de Psiquiatría Infantil en la Universidad de París. Se unió a la corriente psicoanalista, defendiendo las posiciones más clásicas, en abierto enfrentamiento a su compatriota Jacques Lacan.
Escribió obras como “El nuevo tratamiento de la psiquiatría infantil” o “El lactante, la madre y el psicoanalista”. Murió en el año 2000 en París a la edad de 85 años. Dedicó gran parte de su vida al estudio de los vínculos afectivos entre el bebé y su madre.  
Para Lebovici, “una actividad como el juego, que tiene una importancia tan evidente a los ojos del niño, debe ser considerada como la expresión de la organización de su personalidad”. Los niños repiten en sus juegos todo aquello que en la vida les ha causado una intensa impresión, y de este modo procuran una liberación a la energía acumulada por impresión,   haciéndose, por decirlo así, dueños de la situación.



Freud.
Acerca del juego infantil, Freud escribió:
“Todo niño o niña que juega se conduce como un poeta, creándose un mundo propio, o, más exactamente, situando las cosas de su mundo en un orden nuevo, grato para él”.
Desde que nacemos, jugamos. A través del juego nos relacionamos con el mundo y crecemos. El juego ayuda a desarrollar la inteligencia, las facultades motoras y la integración en el grupo.
Se sabe que los escolares que no han podido desarrollar la capacidad de jugar tienen problemas serios de comportamiento que pueden degenerar en graves enfermedades.  El juego es el trabajo de la infancia, una manera de explorar y dominar el mundo externo y una manera de explorar y dominar la ansiedad al expresarla y  elaborarla por medio de la fantasía.
El juego se presenta también como una actividad competitiva. No debemos olvidar la necesidad del niño en permanente cambio, de adquirir elementos de identidad, confrontándose con los otros, con sus iguales. El juego nos permite expresar deseos prohibidos. Imaginemos el grado de ansiedad que genera sentir rabia y cólera hacia personas queridas. Es mejor preservar y proteger al máximo la imagen de los seres queridos de los propios contenidos agresivos y exteriorizar estos en el juego.


Dibujos infantiles: Una forma de juego y de terapia.
Juegos, dibujos infantiles y psicoterapia.
La relación del  juego con la terapia a través del dibujo o la pintura es directa si consideramos los dibujos infantiles  como situaciones de juego. ¿Existe alguna diferencia entre el estar creando cualquier tipo de imagen y estar jugando?  La creación de imágenes, nos pone ante una situación en la que todo es posible. En el acto de dibujar, se concentran todas las emociones y sentimientos que la persona sea capaz de soportar.
El taller de dibujo  es una zona de experimentación muy semejante a la vida. Si se convierte en un lugar lo suficientemente seguro, quizás podamos permitirnos  manifestar en él todo aquello que en la vida real nos sería mucho más difícil.
Para el escolar, dibujar es pensar, y la posibilidad de modificar su propio grafismo lo estimula a repetir la experiencia u na y otra vez. Para él, los dibujos infantiles son un medio de expresión y comunicación, es una de las manifestaciones más placenteras, espontáneas e inocentes que existen. Desde la expresión artística transmite sus emociones, cuenta lo que va aprendiendo, muestra  el mundo que le envuelve y como es su relación con él.


El valor del dibujo libre, sin modelo, es inmenso. El autor o autora realiza una verdadera creación y puede expresar todo lo que hay dentro de él mismo. Al hacerlo, nos da una visión propia del mundo que lo rodea. De ese modo, nos informa acerca de su situación personal. El dibujo espontáneo nos revela muchas cosas además de su nivel intelectual. En particular nos informa de su vida afectiva y su mundo interno.
Test basados en el dibujo.
Una de las aplicaciones prácticas del dibujo son los test de personalidad. Así tenemos el test de la familia o el test de la figura humana (DFH). Estos test se interpretan basándose en las leyes de proyección.  Son de ejecución e interpretación rápidas (30 minutos). Normalmente son bien acogidos por niñas, niños y adolescente. Se pueden realizar a partir de los 5 ó 6 años.
Para su aplicación sólo se requiere una mesa, papel y lápiz. El profesional permanecerá junto al sujeto en todo  momento. De esta forma puede valorar la forma en que se construye el dibujo. Es decir el profesional deberá valorar:
·         el orden en que son dibujados los miembros de la familia.
·         Tiempo que se emplea en dibujar cada personaje.
·         El cuidado puesto en los dibujos.
·         Ver si hay una tendencia obsesiva a volver siempre al mismo punto.
·         Interesa tanto el proceso realizado como el resultado final.
·         Cuando se termina el dibujo no concluye el test. Es necesario comentar qué ha hecho o mejor, qué ha querido hacer.


Observar varios dibujos de la familia o del DFH obtenidos en un intervalo de tiempo, puede revelar cualquier cambio de actitud del paciente hacia sí mismo y hacia los demás, así como en sus actitudes  psicomotoras e intelectuales. Se desprende, de esta manera, que los dibujos infantiles pueden servir no sólo como la consiguiente terapia sino también como un método para evaluar el progreso del tratamiento de los escolares con problemas emocionales.


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